Crudo- 113Vicios, por Silvana Haro
“Entro de noche a mi cuidad. Donde a menudo no me esperan. Donde el sonido es aliado a mí. Donde ese amor quema” Así comienza “Esta noche”, la canción que da inicio al disco Crudo de la banda comodorense 113 Vicios. Una ópera prima que condensa un sentir de la época. Es 1994 en Comodoro Rivadavia y la juventud está necesitando un disco de espíritu bravo y sensible, que canalice el malestar de una ciudad abatida y desigual. Y los Vicios lo hacen a fuerza de autogestión y resistencia.
Crudo
podría ser la banda sonora de la vida de muchos: los que caminaban de noche
para ver si algo pasaba en algún bar, los que buscaban poesía en el clima
hostil, los que se replegaban en viajes psicodélicos o los que no podían
dormir. El demo sonó intempestivamente en la Eco Radio, la primera radio
rockera comodorense. Se dice que, antes de que editara el disco, los fans ya se
sabían todas las letras. El disco fue grabado en agosto del 94 en el estudio C.A.B.
en Capital Federal
en seis días,
financiado por un amigo de la banda, porque eran
momentos donde no sobraba el dinero.
Titín" Naves
en bajo y voz, "Alakrán" Márquez
en batería, "el
Mariscal" Ramírez junto
a José Luis Jara en guitarras y Marcos
Azocar en saxo y coros
dieron origen a una obra
fundacional del rock comodorense. El disco despliega poesía, habita la
geografía despareja de las calles de la ciudad, y por momentos invita a bailar.
Oscila entre baladas, el hard rock y lo clásico del rock and roll. Es Crudo
porque la estepa patagónica lo es, porque el viento reseca la piel, porque la
vida en la ciudad se torna para muchos, difícil
ante las desigualdades de la época.
Mientras en los conglomerados
urbanos del país, la tasa de desocupación promedio era de 8,8%, en Comodoro
Rivadavia llegó a 14,8%.
Y no
es casual que el arte de tapa del disco fuera una imagen del desierto desquebrajado, surcado por grietas con un
pequeño coirón asomando solitario que resiste
a la falta de agua y las adversidades climáticas. El coirón es un pasto perenne que habita el suelo, tiene forma de
matas, aunque también parece una llama que arde.
Tras
la introducción de “Esta noche”, continúa “Relación Guerrillera”, un prólogo de
saxo que sumerge luego en el mundo de la nocturnidad, la ginebra y el amor
desde una narrativa simple y emocional. Por momentos la voz de Naves, recuerda
a la de Palo Pandolfo en Don Cornelio y la zona.
Hay puntos de contacto. Años después de escuchar
el disco, Palo se hizo amigo de Los Vicios y amigo de la ciudad.
En “Roca que rueda”, aparece el rock más clásico, con su estructura elemental de guitarra, bajo y batería que invita a bailar. La obviedad de su nombre parece ser un guiño a los Rolling Stones de la década del 80, cuando sonaba “She's So Cold” del disco Emotional Rescue. Mientras que en “Botellas” la premisa rockera continúa y se convierte en lo que una buena canción aspira: ser un hit coreable, casi arenga de cancha. Una oda al alcohol, una de las recurrencias de este primer disco que configura su identidad al ras de experiencias de vida casi apocalípticas.
“La calle está más podrida que ayer. La policía, más trucha que ayer. Y es que compré todos los boletos. Ya no puedo dejar de delirar. En este tiempo sin futuro, mi sangre nadie la va a analizar”. En “Pagar para ver” se advierte sin medias tintas el fastidio. La poética no es soberbia, sin embargo tiene el rigor necesario de quien lleva un mensaje llano y directo.
Crudo, como el petróleo, condensa en 29
minutos, una lectura atenta de la identidad juvenil comodorense: pero no de
cualquiera, la marginal, la excedida, la nocturna. Música de jóvenes para jóvenes. Nadie niega que en la ciudad
fueron formadores de la identidad rockera. Los Vicios detectaron las pistas musicales
de un sentimiento austero y
desolado del ser comodorense.
El disco
agotó su primera
tirada. Actualmente está disponible en YouTube
y Spotify aunque hay quienes al día
de hoy, reclaman una urgente reedición.
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